Hace unos años, preparando la fiesta de despedida de un
amigo, tuvimos la ocurrencia de llenar una piscina con cocacola y lanzarle
cientos de Mentos mientras el homenajeado se estuviera bañando (así las
gastamos, sí). Obviamente, la realidad frustró nuestros planes, que se
revelaron descabellados principalmente porque:
1. Resulta que una piscina, por pequeña que sea, alberga
bastante más líquido del que podría parecer a simple vista.
y
2. Caímos por primera vez en la cuenta de que el litro de
Coca Cola se vende más caro que el de agua (¡más caro incluso que el de
gasolina!).
Si de pronto he recordado esta historia es porque, aquí, los
automóviles encargados del reparto de Coca Cola lucen un aspecto retro muy
similar al de los camiones de bomberos. Juzguen ustedes mismos:
Párense por un momento a considerar esta extraña asociación.
¿No sería maravilloso que en lugar de emplear agua, los bomberos
estadounidenses apagasen incendios a manguerazos de refresco? Emplear la chispa
de la vida para salvar vidas apagando chispas, o algo así. Ahí dejo la idea, como
regalo para los responsables de márketing.
(.)
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