lunes, 28 de abril de 2014

VECINOS ILUSTRES III - MARK (el embajador de Jauja) CHANG

Cuando se cumplían seis meses de nuestro primer encontronazo, el embajador de Jauja seguía siendo un misterio para nosotros (aún disponiendo de fotos que certificaban su existencia, hubo un momento en que Bioletti llegó a plantear si no lo habríamos soñado). Y de pronto, cuando menos lo esperábamos, volvimos a avistarlo en el desfile del Picnic Day cabalgando raudo a lomos de su unicornio.  


Poco después, volvió a hacer acto de presencia en el transcurso de una ceremonia dominical que se celebró a la vuelta de la esquina, en la que un montón de vecinos comprometidos pintaron un mandala en la carretera. Aunque, en esta ocasión, había aparcado su unicornio para sustituirlo por otro vehículo de su invención: Un maravilloso coche/piano que manejaba accionando el teclado, lo que permitía sustituir las emisiones de CO2 por una  ristra de fantásticas sonoridades. He aquí un vídeo del aparato en cuestión:


Indagando ya muy duro, descubrimos que este extraño personaje, que responde al nombre de Mark Chang, es toda institución en Davis. Célebre por otras muchas cosas aparte de sus invenciones (que incluyen sus vehículos, diversos theremines, casas solares autosuficientes... ¡y hasta un autobús!) y de sus excepcionales dotes para el piano:


Licenciado en Ingeniería Robótica y Psicología, Chang emitió a diario entre 1993 y 1999 un programa de radio pirata que todavía se recuerda como plataforma de libertad de expresión. Valiéndose de otro de sus cachivaches, un teléfono móvil de primerísima generación modificado, Chang salía a la calle y retransmitía en directo sus conversaciones con la gente que pasara por ahí. La cosa cesó cuando un par de agentes  federales se plantaron en la ciudad dispuestos a chaparle el chiringuito. Los vecinos todavía lamentan el incidente. Lo cierto es que podrán censurarle cuanto quieran, pero jamás podrán callar a su vela cantarina.



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miércoles, 23 de abril de 2014

PICNIC DAY

El sábado pasado, Davis triplicó su población con visitantes venidos de todas partes para celebrar el centenario del famoso Picnic Day. Los fastos comenzaron con un desfile encabezado por el alcalde, que acudió ataviado de esta guisa:


Siendo el velocípedo el símbolo más característico de la ciudad, le siguieron muchos más chiflados:


Aunque también pudimos ver otro tipo de vehículos:


Además de bicicletas maqueadas, girl scouts, estudiantes disfrazados de alimentos, el embajador de Jauja, asociaciones antipoliciales, la policía local, coches anfibios, carrozas del Pony Express, vehículos retro, el club de swing, representantes de todas las nacionalidades e incluso... 
¡El equipo de esgrima al completo!
Concluido el desfile, dimos un paseo por las distintas facultades, que abrieron sus puertas para realizar exhibiciones de todo tipo.

Helado casero elaborado con nitrógeno líquido.


El momento cumbre de la jornada (y me atrevería a decir que de toda una vida) fue el Doxie Derby, la carrera anual de perros salchicha en un estadio rebosante de público entregado.


Uno a uno, los contrincantes más flojos fueron siendo eliminados, hasta que Pickles, el gran vencedor de la jornada, compitió contra el decano de la Facultad de Veterinaria ataviado de chucho.


We have a wiener!
Para concluir, nos tiramos la tarde entera viendo la batalla de bandas. Algo parecido a las charangas españolas, solo que con un extra de personal, creatividad y entusiasmo.



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martes, 15 de abril de 2014

UN MUSEO DE SÍ MISMO IV - Roy's Café



En las inmediaciones del Volcán Amboy, no muy lejos de donde hasta hace poco se levantaba el famoso Árbol de los Zapatos, hay una estación de servicio (con su motel, gasolinera, cafetería y taller) que permanece intacta desde que fuera abandonada en la década de los 70. Hubo un día en que fue parada indispensable para quien viajara por la Ruta 66, y llegó a acoger una población de 700 personas, pero la apertura de la autopista I40 supuso el declive inmediato del lugar, que ahora sólo cuenta con cuatro habitantes.  






A diferencia de la mayoría de pueblos fantasma que pueblan fantasmagoricamente el país, éste nunca ha llegado a convertirse en atracción turística. Demasiado apartado, quizás, y demasiado reciente en comparación con los asentamientos de la fiebre del oro. Pero no por ello menos impresionante.



En 2005, el conjunto urbano salió a la venta en Ebay, y lo adquirió el fundador de la cadena de restaurantes Juan Pollo, orgulloso propietario también del primer McDonalds ever.



Puede que os suene el lugar, Rutger Hauer lo utilizaba para repostar en Carretera al Infierno, y Brad Pitt, Juliette Lewis y el agente Mulder hicieron su parada en Kalifornia. Aunque donde estoy seguro que lo habréis visto es en este videoclip:

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martes, 8 de abril de 2014

UN MUSEO DE SÍ MISMO III - El Puente de Londres


Robert Paxton McCulloch era un tipo cabezón y con recursos. Para asegurar la afluencia de visitantes al pueblo de Lake Havasu, que él mismo había fundado en el condado de Mohave (Arizona), viajó hasta Londres (Reino Unido), donde compró uno de los puentes que cruzaban el Río Támesis. Luego, no me pregunten cómo, se las apañó para trasladarlo piedra a piedra, convirtiéndose en el hazmerreír del lugar, porque ¿quién quiere un puente cuando ni siquiera dispone de río, verdad? Pues atención porque Robert, que se había enriquecido comercializando motosierras, no desistió en su empeño e hizo construir un canal para asegurarse de que el agua fluyera bajo el monumento y bañara de paso su pueblito, convirtiéndolo en lugar de veraneo. A decir verdad, parece que les ha ido bastante bien. Cuando llegamos estaban en plena celebración del Springbreak, esa gran orgía que se marcan anualmente en los esteits como alternativa a nuestra Semana Santa y la remota ciudad estaba hasta los topes.


Tras su muerte en 1977, el pueblo levantó una estatua en honor de su fundador. Vista de cerca, podemos apreciar cómo  refleja claramente el brillo de locura en sus ojos.


Por lo visto existe una película para televisión conocida, entre otros nombres, como Bridge Across Time que cuenta cómo el puente trajo consigo el espíritu de Jack el Destripador, quien reanuda sus crímenes en 1985. Afortunadamente, por ahí anda también David Hasselhoff para pararle los pies.

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jueves, 3 de abril de 2014

UN MUSEO DE SÍ MISMO II - La Casa de la Opera de Amargosa

Marzo del 67. Hastiada de Broadway, la bailarina Marta Becket se lanzó a una gira en solitario a lo largo del país. Mientras esperaba a que le cambiaran su rueda pinchada en una estación de servicio en las afueras del Valle de la Muerte, Marta paseó por el ruinoso poblacho de Death Valley Junction, abandonado décadas atrás. Allí dio con una antigua sala de fiestas que antaño había albergado proyecciones para las familias de los empleados de la compañía minera Pacific Borax, antiguamente establecida en el lugar. En un arrebato inexplicable, Marta decidió que aquel sería su escenario definitivo. Adquirió por cuatro duros el teatro y no sólo lo reformó, también dedicó los siguientes seis años a decorarlo. Para asegurarse algo de público pintó en sus paredes un mural presidido por los mismísimos reyes de España y su corte, además de una cuadrilla de prostitutas, monjas curiosas, nativos americanos, alabarderos, saltimbanquis, exóticos gitanos, e incluso sus propios gatos... y convirtió el techo en una suerte de Capilla Sixtina, sólo que sustituyendo al Todopoderoso por Nostradamus (¿?).



Su excéntrica hazaña atrajo a infinidad de curiosos, que con el tiempo se convirtió en público fiel. Durante cuarenta años, Marta actuó dos veces por semana, hasta que, en febrero de 2012, se vio obligada a realizar una retirada forzosa. Dicen que todavía, en ocasiones especiales, sube al escenario para ofrecer su One Woman Show, en el que interpreta a infinidad de personajes.


Nuestro anciano guía Roberto sólo hablaba maravillas de aquella dama. Claro que él mismo contaba con su propia historia: fugado también de Nueva York, llegó hasta California, donde trabajó, por este orden, como camarero en varios locales, gerente de un burdel, conserje de un colegio y finalmente acabó en aquel pueblo que actualmente cuenta con tres habitantes.      


Fue él quien nos recomendó tomar el dudoso atajo que debía llevarnos a Las Vegas. Un tramo desierto que me recordó inevitablemente a Carretera Perdida, la película de David Lynch. Descubro ahora para mi asombro que, efectivamente, circulábamos por el lugar donde se grabaron estos títulos de crédito.



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martes, 1 de abril de 2014

UN MUSEO DE SÍ MISMO I - Introducción

Lugares comunes: Echarle en cara a Estados Unidos su ausencia de historia. Es este un reproche que llena la boca de todo extranjero y obsesiona a los propios estadounidenses. "Nosotros no contamos con museos ni edificios antiguos," -nos dijo la mujer que nos dio la bienvenida a Las Vegas, -"pero tenemos casinos". Que mejor forma de suplir esa supuesta carencia que por la vía del espectáculo. En esta tierra TODO es susceptible de convertirse en atracción. Cada pequeño pueblo se empeña en dar con algo que lo haga singular y digno de parada turística. Y si no existe, se inventa. La Ciudad del Pecado, sin ir más lejos, cuenta con varios hoteles que imitan a grandes urbes del mundo (Nueva York, París, Roma...). ¡Cómo echamos en falta uno ambientado en la propia ciudad que lo acogía! Sólo una réplica en miniatura nos hubiese permitido abarcar con comodidad esa colosal Las Vegas.

Las siguientes entradas estarán dedicadas a algunas de las más estrafalarias invenciones con las que dimos en nuestro viaje de Springbreak por el sudoeste del país. Maravillas ideadas por pioneros esforzados que consiguieron convertir a sus respectivas poblaciones en... lugares poco comunes.


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