Cuando se cumplían seis meses de nuestro primer encontronazo, el embajador de Jauja seguía siendo un misterio para nosotros (aún
disponiendo de fotos que certificaban su existencia, hubo un momento en que Bioletti
llegó a plantear si no lo habríamos soñado). Y de pronto, cuando menos lo
esperábamos, volvimos a avistarlo en el desfile del Picnic Day cabalgando raudo
a lomos de su unicornio.
Poco después, volvió a hacer acto de presencia en el
transcurso de una ceremonia dominical que se celebró a la vuelta de la esquina,
en la que un montón de vecinos comprometidos pintaron un mandala en la
carretera. Aunque, en esta ocasión, había aparcado su unicornio para sustituirlo
por otro vehículo de su invención: Un maravilloso coche/piano que manejaba accionando
el teclado, lo que permitía sustituir las emisiones de CO2 por una ristra de fantásticas sonoridades. He aquí un
vídeo del aparato en cuestión:
Indagando ya muy duro, descubrimos que este extraño personaje,
que responde al nombre de Mark Chang, es toda institución en Davis. Célebre por
otras muchas cosas aparte de sus invenciones (que incluyen sus vehículos,
diversos theremines, casas solares autosuficientes... ¡y hasta un autobús!) y
de sus excepcionales dotes para el piano:
Licenciado en Ingeniería Robótica y Psicología, Chang emitió
a diario entre 1993 y 1999 un programa de radio pirata que todavía se recuerda
como plataforma de libertad de expresión. Valiéndose de otro de sus cachivaches,
un teléfono móvil de primerísima generación modificado, Chang salía a la calle
y retransmitía en directo sus conversaciones con la gente que pasara por ahí. La
cosa cesó cuando un par de agentes federales se plantaron en la ciudad dispuestos
a chaparle el chiringuito. Los vecinos todavía lamentan el incidente. Lo cierto
es que podrán censurarle cuanto quieran, pero jamás podrán callar a su vela
cantarina.
(.)